miércoles, 14 de enero de 2015

Mamá al tambo

Durante todo el embarazo disfruté comprando todo lo necesario para recibir al bebé (y lo no necesario también...) pero hubo un rubro con el que me negaba rotundamente a involucrarme. Los sacaleches y toda la familia de productos que gira a su alrededor me generaban rechazo. La sola idea de comprar algo con lo que después me tenía que “ordeñar” me ponía de mal humor.





A pesar de mi negación llegó el momento en que sentí la obligación de ponerme a investigar un poco y decidir si iba a comprar un sacaleches o no y si optaba por la primera opción, elegir la marca y el modelo adecuado.


Lo primero que descubrí es que la decisión fundamental tenía que ver con definir si queremos la versión eléctrica o si preferimos auto-ordeñarnos de manera manual apretando una pelota de goma que genera un ambiente de vacío en nuestra teta…


Si tenés dudas, el precio del modelo eléctrico te puede ayudar a inclinarte por el manual. No bajan de los 3200 pesos (y en algunos casos es difícil conseguirlos por las trabas a las importaciones). En cuanto al manual, los precios varían dependiendo de la marca. Podemos encontrar de la marca Babelito por cerca de $200, los Nuk por poco más de $800 y los Avent por $1.200 aprox.


Si te metés a investigar en foros y sitios de bebés la mayoría de los comentarios se centran en los pocos resultados que dan los manuales y en lo efectivo de los eléctricos (tiembla el bolsillo).


En mi caso tuve la suerte de que un amigo viajara a Estados Unidos pocos días antes de nacer la beba y me trajera un eléctrico que compré por Amazon por la módica suma de $1075 (si, el que acá arranca en $3.200) y creanme que fue una bendición.


Peeeeero.... como la criatura nació antes de tiempo y no quería hacer ningún esfuerzo por alimentarse como la naturaleza indica, la neonatóloga me sugirió que en vez de amamantarla, lo que la cansaba mucho, me sacara leche y se la diera en mamadera…


El problema era que todo esto pasó unos días antes de que el sacaleche mágico llegara a mis manos lo que me obligó a tener que salir a comprar otro. Lógicamente me rehusé a gastar mas de $3.000 para comprar un modelo igual al que me llegaría en breve y compré uno por $100… si CIEN PESOS!


Ni les cuento lo útil que fue :S … no sirvió para nada mas que ponerme nerviosa por lograr un resultado tristísimo tras hacer sopapa en mis pezones.


Pero finalmente el oasis llegó del país del norte y lo que parecía un desierto sin una gota de líquido se convirtió en las Cataratas del Iguazú… y si bien no podría ser nodriza de 10 bebés, para alimentar a una de 2.400 kilos me alcanza.

Conclusión? Si se puede ir por la versión eléctrica de una, sin pasar por el stress de luchar apretando una pelotita y rogando que la gota mágica aparezca, ese es el mejor camino.

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