Durante todo el embarazo disfruté comprando todo lo necesario para recibir al bebé (y lo no necesario también...) pero hubo un rubro con el que me negaba rotundamente a involucrarme. Los sacaleches y toda la familia de productos que gira a su alrededor me generaban rechazo. La sola idea de comprar algo con lo que después me tenía que “ordeñar” me ponía de mal humor.
A pesar de mi negación llegó el momento en que sentí la obligación de ponerme a investigar un poco y decidir si iba a comprar un sacaleches o no y si optaba por la primera opción, elegir la marca y el modelo adecuado.
Lo primero que descubrí es que la decisión fundamental tenía que ver con definir si queremos la versión eléctrica o si preferimos auto-ordeñarnos de manera manual apretando una pelota de goma que genera un ambiente de vacío en nuestra teta…
Si tenés dudas, el precio del modelo eléctrico te puede ayudar a inclinarte por el manual. No bajan de los 3200 pesos (y en algunos casos es difícil conseguirlos por las trabas a las importaciones). En cuanto al manual, los precios varían dependiendo de la marca. Podemos encontrar de la marca Babelito por cerca de $200, los Nuk por poco más de $800 y los Avent por $1.200 aprox.
Si te metés a investigar en foros y sitios de bebés la mayoría de los comentarios se centran en los pocos resultados que dan los manuales y en lo efectivo de los eléctricos (tiembla el bolsillo).
En mi caso tuve la suerte de que un amigo viajara a Estados Unidos pocos días antes de nacer la beba y me trajera un eléctrico que compré por Amazon por la módica suma de $1075 (si, el que acá arranca en $3.200) y creanme que fue una bendición.
Peeeeero.... como la criatura nació antes de tiempo y no quería hacer ningún esfuerzo por alimentarse como la naturaleza indica, la neonatóloga me sugirió que en vez de amamantarla, lo que la cansaba mucho, me sacara leche y se la diera en mamadera…
El problema era que todo esto pasó unos días antes de que el sacaleche mágico llegara a mis manos lo que me obligó a tener que salir a comprar otro. Lógicamente me rehusé a gastar mas de $3.000 para comprar un modelo igual al que me llegaría en breve y compré uno por $100… si CIEN PESOS!
Ni les cuento lo útil que fue :S … no sirvió para nada mas que ponerme nerviosa por lograr un resultado tristísimo tras hacer sopapa en mis pezones.
Pero finalmente el oasis llegó del país del norte y lo que parecía un desierto sin una gota de líquido se convirtió en las Cataratas del Iguazú… y si bien no podría ser nodriza de 10 bebés, para alimentar a una de 2.400 kilos me alcanza.
Conclusión? Si se puede ir por la versión eléctrica de una, sin pasar por el stress de luchar apretando una pelotita y rogando que la gota mágica aparezca, ese es el mejor camino.
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