Una de las cosas que más ansiedad da en el embarazo es, sin dudas, saber el sexo del bebé. El “es lo mismo, mientras sea sanito” suena bien pero no es real en la mayoría de los casos… siempre nos inclinamos por una u otra opción.
En mi caso, siempre dije que quería una nena. No me importaba que fuera el primero, quería una nena y punto.
Mi marido, en cambio, moría por un varón.
Tal era la ansiedad que casi a punta de pistola le exigimos a la ecografista que nos hizo LA SEGUNDA ecografía (a las 13 semanas) que se la juegue y nos confirme si era nena o nene.
Yo, como típica obsesiva, ya me había tomado el trabajo de investigar (obvio, en internet) qué tanta certeza se podía tener en esa instancia y las respuestas (como todo en la web) eran de lo más variado.
Sin embargo, descubrí que en esa semana los órganos genitales ni siquiera existen y que las aproximaciones en cuanto al sexo se deducen en función de la inclinación del famoso “tubérculo genital”. Si está en forma horizontal es probable que sea nena y si está inclinado hacia arriba (algo parecido a un pene en su mejor momento) “casi seguro que es” nene.
Tras ver en YouTube 200 ecografías del mismo período gestacional, salí rumbo al sanatorio como experta en análisis de tubérculos genitales.
Si yo les muestro esta foto, uds. qué dicen? nena o nene?
Por supuesto que la ecógrafa dijo lo mismo. “Pareciera ser un nene”. Y si, era obvio…
El padre hizo gesto con el brazo como si acabase de meter un gol en la final del mundial. Festejó sin disimular y yo, contra todo pronóstico, me alegré por él y disfruté que más allá del sexo la criatura tenía todo en su lugar y ya presentaba rasgos de mini personita.
Tras contarle a todo el mundo y hasta hacer chistes con el tamaño del “aún no miembro” del nene: “No hay ninguna duda, sale al abuelo”, “Ah bueh, se parece el tío” y miles de este estilo, el padre decretó el nombre y de ahí en más la panza comenzó a llamarse “Santino”. Imaginamos cómo sería Santino, le hablamos a Santino y le compramos muuuuuucha ropita celeste y bien masculina :O
Todo siguió así hasta la ecografía siguiente cuando la doctora consulta:
_Saben el sexo, no?
_Si, es nene
_Mmmmm… acá hay una nena
_No, no… ya nos dijeron que es nene. No se preocupe (expresó indignado el padre)
_ Yo veo nena (sentenció)
Y, si… sin ser especialistas en diagnóstico por imágenes, nos dimos cuenta que no estaba lo que tenía que estar para que fuera varoncito.
El padre negador, no conforme con el resultado y acusando a la médica de “mala praxis”, consiguió turno para que el mismo día hiciéramos otra ecografía, que, obviamente, confirmó que Santino había mutado en señorita.
Mamá feliz y papá con cara de puchero (que le duró unos días) tuvieron que hacer un click mental para dejar de imaginarse que iban a ser papás de un varón de rulitos y empezar a pensar que en unos meses iban a convivir con una niña, que por el momento no tenía ni nombre.
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