Nunca en mi vida había cambiado un pañal hasta el nacimiento de mi beba… la teoría más o menos la tenía, pero me faltaba el capítulo de práctica.
Como en las primeras horas después de la cesárea no me podía mover de la cama, las enfermeras encomendaron al padre la misión de cambiarle los pañales a la criatura y procuraron explicarle el paso a paso del proceso. Esto me vino genial porque presté atención, repasé conceptos básicos y cuando me tocó hacerlo a mi ya era toda una experta por lo que nadie notó mi inexperiencia.
Como en el sanatorio nos proveían los pañales, recién cuando llegamos a casa empezaron las preguntas acerca de qué marca usar y nos vimos obligados a tomar una decisión trascendental: algodón y óleo calcáreo o las toallitas húmedas?
Como son fan de unificar las cosas a la mínima expresión posible, las toallitas fueron las ganadoras ¿Para qué lidiar con dos productos si podemos resolver lo mismo con uno solo?
En cuanto a los pañales, me habían regalado tantos que pensé que no iba a tener que realizar ninguna compra hasta que la nena cumpliera los 80 años y sufriera de incontinencia :O… Nada más lejos de la realidad… cuenta la leyenda que los pañales se evaporan...
Los primeros días, no tuve que decidir qué marca usar porque aproveché los que me habían regalado pero a medida que se fueron terminando empezó el proceso de testeo. En 28 días ya probamos todas las marcas y modelos. Descubrimos que no alcanza con pedirle al que te compra los pañales que te traiga “Huggies”, tenés que ser super específico con el subtítulo porque cuando llegue a la góndola se va a encontrar con mil versiones y paquetes de todos colores.
En mi caso, la clave para elegir mi marca favorita tuvo que ver, primero, con el tamaño. La nena pesa 2.800kgs y los de recién nacido de la mayoría de las marcas le quedan grandes y los de prematuro son muy chiquitos… y segundo, con un feature que tienen los Pampers que hace que una rayita que comenzó siendo amarilla se ponga azul cuando se hacen pis y te evita tener que abrir el pañal para darte cuenta si el bebé necesita un cambio o no… un paso menos vale oro!
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